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Cuenta experiencias y no calorías

  • Foto del escritor: Camila
    Camila
  • 28 dic 2019
  • 3 Min. de lectura

¿En qué momento dejé de contar momentos alegres, cuentos, anécdotas o logros para empezar a contar las calorías de mi comida? Recuerdo en 2015 ver en internet que la mejor manera de controlar tu peso era saber cuántas calorías te aportaba cada alimento que consumías para estar en un déficit calórico y que llevar esas cuentas era muy fácil de hacer con ciertas apps. La descargué sin saber al mundo al que estaba entrando, un mundo lleno de culpa, ansiedad, enojo y aislamiento.

Como era de esperarse era toda una novata contando calorías, no sabía nada al respecto, pero la enfermedad me hizo investigar hasta ahora saber de memoria el aporte calórico de ciertos alimentos. Ya llevaba bastante tiempo sin llevar un diario calórico, escuchaba a mi cuerpo todo lo posible y cuando terminaba de comer seguía con mi vida. Tuve un bajón y necesitaba sentir que tenía el control de algo, sin darme cuenta la app para contar calorías regresó a mi vida.

Llevo ya algunas semanas contando calorías y gramos de macronutrientes antes o después de comer con la finalidad de no pasarme con lo recomendado por la app. En el punto que ahora me encuentro es triste darme cuenta cómo números insignificantes ocupan mi mente, el poder que le doy a un número para decir qué o cuánto comer sin importar las señales de mi cuerpo, el estrés innecesario al que me someto y el tiempo que me quita estar pesando e ingresando todo lo que como. He dejado a un lado todas las recetas nuevas que quería probar, por el simple hecho que contar sus calorías representa un trabajo extra para mí y ya estoy lo suficientemente ocupada luchando con las voces en mi cabeza. Comer en algún restaurante, algo que ya podía afrontar mejor, ahora es inimaginable porque no hay ni una manera de contar el aporte nutricional de la comida.

Según una app debo consumir xxxx calorías diarias, según otra debo consumir yyyy, según profesionales de la salud zzzz y según el trastorno wwww; entonces ¿Qué recomendación debo seguir? Mi obsesión ha llegado a un punto al que cuento calorías en dos distintas apps todos los días, es cansado, se ha vuelto una rutina y cuando me paso o no le llego a lo recomendado de algún macronutriente me siento muy mal conmigo misma. Es injusto seguir tratándome mal, haciéndome sentir culpable por comer, restringir y arriesgarme a malestares físicos por lo que dicta una app de calorías cuando mi cuerpo es toda una máquina capaz de cuidarme y decirme lo que necesito.

El tiempo que dejé de contar calorías en una app, a veces contaba las calorías ciertos alimentos que me sé de memoria como las nueces o nut butters, pero era un cálculo pasajero, se me olvidaba después de comer. Me sentía libre y poco a poco confiaba más en mi cuerpo, pero ahora me siento esclava de las calorías y desconfiada de las señales de hambre que me da mi cuerpo. No es un hábito del que me sienta orgullosa, me avergüenza aceptar que desperdicio mi juventud contando calorías y preocupándome por comer cierta cantidad para “mantener mi cuerpo en control”.

Como siempre en la vida uno aprende de cada situación y esta vez de contar calorías en dos apps me di cuenta de que el aporte nutricional de un mismo alimento es diferente según la app, al final del día quedo con cantidades similares, pero no idénticas a pesar de que ingreso los mismos alimentos. La comida no es solo energía (calorías), ese es un número muy subjetivo y superficial porque la comida puede representar momentos en familia, amor, creatividad y satisfacción. Cuando envejezca y muera, las personas no me dirán “¡Wow! Era de admirar porque contaba calorías de todo”, no contarán las calorías que yo ingería, contarán los momentos que compartieron conmigo.

→ Yo contando risas y no calorías con una botella en mi cabeza jajajaja

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